miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Y en cuál colegio las ponemos?

En los años que nacieron Brenda y a Sarah lo común era reservar el colegio, inclusive antes de nacer el hijo. En nuestro caso, no fue así. 

Brenda y Sarah pasaron por guarderías desde los 6 meses hasta el año y medio o 2 años, porque yo trabaja todo el día. 

Aprovecho para comentar que me gustó la idea de Guardería, por las siguientes razones:
- no son malcriadas,
- adquieren disciplina,
- se relacionan con otros niños desde temprano,
- se enfermaban tanto, que adquirieron todos los anticuerpos para pasar los siguientes años sin casi enfermarse.

La gran desventaja que viví fue el cuidado en serie: una vez que me aparecí de sorpresa en la guardería, me encontré a mi hija sentada en una vasenilla obligada. No se paraba ni que yo le dijera. Imagino que la presión debe haber sido fuerte porque mis hijas dejaron tarde los pañales. No eran muy fanáticas a las pocetas. Creo que  le traían malos recuerdos :(

Al año y medio de Brenda, empecé a buscar colegio, pensando que era suficiente tiempo antes, ya que la entrada al colegio era de 4 años, por lo general.

Me paseé por todos los bilingues y los enfocados en música.

Un colegio, recuerdo, era como muy blanco, todo impecable. Me dio temor que mis hijas no pudieran ni jugar por no poder ensuciar ni las paredes ni el piso. Me parecía como un colegio sin vida.

En otro colegio  me sentí como que me estaban haciendo un favor... Tampoco me gustó. Quería que mis hijas sean bien recibidas y queridas en el lugar donde iban a pasar gran parte de sus días.

El último colegio donde fui, no estaba en mi lista. Fue únicamente porque utilizaban el método Montesori y lo que había leído y escuchado del método me llamaba mucho la atención. Éste es el Colegio CEAMM, en Santa Fé.

Al entrar me sentí totalmente identificada. Fui por la época de Semana Santa, que coincidía con nuestra pascua, Pesaj. En una pared había puros dibujos de un Jesús crucificado, y en la otra pared dibujos de un Moisés atravesando el mar dividido en 2. Esa era nuestra realidad. Familia paterna católica, familia materna judía. Mis hijas vivían con ambas religiones, y aunque fueran judías, mi interés era que respetaran la religión de su familia paterna. Ya esa primera impresión me enganchó. La entrevista confirmó que este era el colegio que quería para mis hijas..

La única desventaja era que el colegio no tenía secundaria. Solo hasta sexto grado.

Igual mis hijas pasaron sus primeros años en el CEAMM, y ha sido de las mejores decisiones que hemos tomado para nuestras hijas.

En la elección del colegio también era importante que estuviera cerca de la casa o en el camino de la casa al trabajo. 

Cuando cambié de trabajo, el CEAMM se me hizo lejos desde el trabajo. El colegio que me quedaba al lado del trabajo era el Santiago de León de Caracas. Desde niña me encantaba este colegio, eran nuestros contrincantes en las olimpiadas de matemática y fue el colegio que me recomendó mi querido profesor Chuchú. 

En ese momento fue fácil decidir que el siguiente colegio donde mis hijas iban a terminar sus estudios era el Santiago de León. Lo vi como un mensaje perfecto: el colegio que quería para mis hijas está a dos cuadras de mi trabajo. 

En conclusión, los 2 colegios de mis hijas han sido la mejor decisión y la mejor combinación.


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