martes, 6 de diciembre de 2022

¡Feliz cumple, Mamá!

Hoy mi mamá habría cumplido 85 años. Y me propongo a celebrarlo con alegría y recordándola con amor y humor, como estoy segura, a ella le habría gustado.

Este blog lo estoy escribiendo sobre uno que había empezado a escribir, cuando aun no dejaba de llorarla. Uff que triste escrito. Menos mal que nunca lo publiqué. 

Quienes conocieron a mi mamá saben que ella era una mujer llena de sonrisas y de buen humor. A veces un poco brava jajajaja... También lo saben los que la conocieron.

Me viene a la mente un reconocimiento que le hicieron en Hebraica, donde trabajó sus últimos 25 años, creo, de cuando estaba en Cobranza. En la época del paro petrolero, mi mamá fue la única que se quedó trabajando porque lograba cobrar las cuotas a todos los socios. Su persistencia era admirable para el club y fastidiosa para los socios jajaja. 

El reconocimiento fue que un supuesto socio deudor, huyendo de mi mamá, se metió en la piscina, y mi mamá, con todo y ropa, bien peinada, se fue tras el socio en la piscina. Así era mi mamá, contra viento y marea, lograba lo que se proponía. 

Otro ejemplo que me viene de mi mamá, como muestra de cómo resolvía todo lo que se le presentaba, y quiero decir TODO, fue una vez que a mi mamá la chocó un taxista y se dio a la fuga, pero mi mamá tuvo la rapidez de anotar la placa. En esa época mi tía trabajaba en el Ministerio de Transporte, y, a través de mi tía, mi mamá pudo conseguir a quién pertenecía la placa y la dirección (en esos momentos ni hablar de ley de protección de datos). Mi mamá se acercó a esta dirección. Tocó el timbre y le abrió la puerta una señora con un niño pequeño que se asomaba entre sus piernas con curiosidad. Mi mamá empezó a preguntarle si ahí vivía el Sr. Tal (el taxista). La señora respondía que no y el niño que sí. Mi mamá no sabía si reírse o molestarse más. Mi mamá le preguntó si el señor tenía un taxi de tal color. Y otra vez la señora decía que no y el niño asentía con la cabeza. Ahí mi mamá no pudo evitar reírse, y la señora empujó al niño de un golpe para adentro de la casa. Al final del cuento, mi mamá logró que el taxista reconociera el choque.

Yo creo que un poco en línea con esa forma de ser de mi mamá, soñé con ella al mes de haberse ido y me impresionó muchísimo y me hizo sentir muy bien. Fue justo cuando mi hermano estaba tratando de organizar la casa de mi mamá, y andábamos un poco enredados con todo lo que dejó. Ella se fue de su casa como si volviese pronto, por lo que la casa estaba VIVA. 

Soñé que estábamos en su casa. La casa del sueño no era su apartamento, pero en el sueño era su casa. Mi mamá me estaba explicando que ya tenía todas las habitaciones alquiladas y que ya tenía todo el tema de la casa resuelto. Y yo le decía, "qué bien, mamá. Ya está todo listo, entonces. ¿Y ahora qué vas a hacer?". Y me responde: "Voy a conocer lugares que no pude conocer en vida. Me voy a la Gran Sabana, Salto Ángel, Canaima. Esa zona". Acá cabe destacar que en el sueño yo tenía claro que mi mamá no estaba viva. Entonces ella me pregunta: "Dime cómo llego a la Gran Sabana". Yo empiezo a explicarle cómo ir en carro, pero luego detengo la explicación y le digo: "Pero, mamá, tú te puedes teletransportar, no tienes que ir en carro". Ella me responde: "es verdad. Bueno, me voy. Chao chao chao.". ¿Recuerdan que mi mamá repetía muchas veces 'chao' al despedirse?, pues así fue. Era ella resolviendo todo como siempre. Yo creo que el deseo de ir a la Gran Sabana es más mío que de ella jajaja, pero bueno, algún toque personal le puse al sueño... 

Yo no sé mucho de sueños, pero creo que no vienen en vano. Yo con mi papá he soñado 3 veces y sus mensajes eran claros y pertinentes. En este caso mi mamá estaba muy tranquila y por fin se iba a dedicar tiempo a ella. En vida, mi mamá nunca estaba tranquila y su tiempo lo dedicaba a hacer cosas para todo el mundo. Yo no recuerdo que ella haya hecho alguna vez algo por ella. Su mayor placer era hacer cosas por nosotros, los hijos, por sus hermanas, por sus amigas de toda la vida, por sus vecinos, en fin, por todo el que la rodeaba.

Este sueño me dio mucha tranquilidad porque yo necesitaba saber que mi mamá ya había aceptado su ida de esta dimensión. Yo me imaginaba a mi mamá como en esas películas donde el personaje fallece y despierta en una habitación blanca y no sabe si está vivo o muerto. Yo me imaginaba a mi mamá triste y perdida, porque no quería irse. 

Otro recuerdo de mi mamá, estando con nosotras en Madrid, era su "Independencia". Una de las cosas por las que mi mamá no quería quedarse en Madrid definitivamente, era porque en Caracas ella tenía su carro, su independencia. En cambio acá dependía 100% de nosotras. Pero ella ya había descubierto que podía ir sola al automercado que estaba abajo del edificio, y una vez que decidió hacernos un arroz con pollo, nos dice: "Ya vengo. Voy a comprar los pimientos para el arroz con pollo". Sube, comenzó con la cocina, y al rato dice: "Ya vengo. Voy a comprar otra cosa". Y así como 3 veces. Yo creo que dejaba de comprar algo para poder bajar de nuevo. Se le veía en la cara las satisfacción de sentirse independiente.

En fin, recuerdos alegres y cómicos hay  miles. Mis hijas se la pasaban riéndose de ella y con ella. 

¡Mamá, feliz cumple! Te extrañamos mucho y a diario, pero tú nos enseñaste a vivir bien y acá vamos. ¡Te amo hasta el infinito, te amo, te amo, te amo...!










viernes, 17 de abril de 2020

Parte 2: Y al final, también yo migré


Como les dije, vamos a ver ahora cómo fue mi migración.

Antes quiero comentar que hoy 17-4 estoy cumpliendo un año en España, y solo tengo que dar mucho agradecimiento. Agradecimiento a España, porque desde el día 1 me sentí como en mi casa. Gracias a D-os porque me ha brindado muchas oportunidades y este camino ha sido “El camino”. Gracias a muchas, pero muchas personas, que iré nombrando en el relato, porque hicieron mi camino más fácil.

Al regresar a Venezuela, el 5 de marzo del 2019, yo ya tenía mi plan: Regreso a España en Septiembre. Tiempo para recuperar mis ahorros y ganar un poco más, para irme con una base económica, que me permita pasar unos meses buscando trabajo.

Pero cuando llegué a Venezuela justo comenzaron los apagones. Días en casa sin luz, sin teléfono, sin internet; y sin saber cuándo volvía la electricidad. Mi primera jornada sin luz no la pasé tan mal, porque tuve en casa a mis queridísimos amigos, Jesús y Oliver, que estaban por volver a Holanda, pero su vuelo fue cancelado. Dentro de todo lo malo, creo que nos acompañamos y buscamos pasarla lo mejor posible. Después que se fueron, fue cuando empecé a sufrir de verdad esa tragedia. Yo tenía planes de hacer proyectos, continuar con mi plan B (convertido en Plan A), pero no se concretaban los proyectos, no arrancaban las clases y mi trabajo no producía suficiente. Eran más los gastos que los ingresos. Si mi objetivo era recuperar lo gastado en el viaje, no lo estaba logrando, al contrario, mis pocos ahorros estaban mermando de forma importante. La inflación en Venezuela se come cualquier ingreso medianamente bueno.

La sensación de cuando se iba la luz era como una frustración inmensa. Es hacerte esa pregunta: ¿Y ahora hasta cuándo sin luz? Normalmente cuando se va la luz y uno espera que vuelva en cualquier momento cercano. Pero ahora, era uff… ¿Cuántos días sin luz? Se convierte como en un trauma. Ya cada vez me pasa menos, pero luego de esa época, al irse la luz en cualquier lugar, yo entraba en ese estado de alerta, con una mezcla de frustración, impotencia y por supuesto tristeza.

Mientras más pasaban los apagones, más me preguntaba qué debía hacer. ¿Me voy o me quedo? ¿Espero a Septiembre o adelanto el viaje? Algo que me frenaba eran los perritos. Ya les había colocado el chip. Faltaba hacerles el examen de sangre. Los resultados se recibían 3 meses después, para saber si aprobaban su entrada a España.

El sábado, 30 de marzo , estaba yo merendando con una querida amiga, Beatriz, y le comentaba mis inquietudes. No sabía qué hacer, no sabía si iba a poder llevarme a los perritos… Y ella lo único que me dijo fue: “Simy, si necesitas a alguien que se quede con tus perritos, yo quiero ser esa persona. Tengo jardín y nosotros anhelamos tener perro en casa. Se nos murió el que teníamos y no nos hemos atrevido a buscar uno nuevo.” Eso fue un alivio para mí. Pero aún no sabía qué iba a hacer.

Esa misma noche llegué a casa como a las 7pm, y no había luz, algo ya habitual. De hecho, trataba de volver a casa antes de anochecer porque las calles estaban muy oscura por la falta de luz. Bajé a los perritos y luego me fui a dormir. No había más nada qué hacer.  Como a las 10:30 pm me desperté y la luz había vuelto. Me puse a trabajar. Tenía varias cosas que hacer para el lunes, cuando por fin empezaban las clases.

Estuve como hasta las 2am. Me volví a acostar, ya para descansar. Al despertar y salir a la sala, como a las 8am, busco la laptop, y no la veo en el lugar donde pensaba que la había dejado. Pienso: “Vamos, recuerda qué hiciste con la laptop. No pueden haberla robado, estamos en casa.” Busco en la cocina, en el cuarto, en el baño (aquí delato uno de mis secretos, me llevo la laptop hasta al baño). Nada. Mi alarma sale cuando veo que no está el cable de la laptop. Eso sí que nunca lo muevo, ni al baño. Y ya empiezo a creer que algo raro había pasado. Volteo a la ventana y estaba abierta... Uff … Mi costumbre es dejarla siempre cerrada, porque la brisa tumba los cuadros y los portarretratos, sobre todo por esa ventana, la que estaba abierta, pegada a la pared. Nunca la abro. Solo para regar las matas o limpiar algo de ese lado. Me empiezo a asustar. Luego me doy cuenta que el monedero que dejo en la mesa no estaba. Era definitivo. Habían entrado en casa mientras yo dormía. Ya no estaba asustada, estaba histérica.  Lo que se me ocurre es llamar a alguien del edificio. Llamo a dos vecinos de la junta de condominio, que además son de mi confianza. Vienen a casa, y su teoría es que habían entrado por la puerta con llave, porque el espacio entre las rejas de la ventana es muy estrecho y por ahí no cabe nadie. Los mismos vecinos me ayudan a cambiar la cerradura, y me pongo a pensar quién ha tenido la llave de mi casa. No hay nadie sospechoso. Hablo con mi hermano, y al escucharme  tan nerviosa, llama a mis primos Siempre les agradeceré que ambos vinieran a casa. No saben el apoyo que sentí. Yo estaba hecha un mar de nervios. Creo que nunca me había sentido así.

La teoría de mis primos era que habían entrado por la ventana. Un niño con un morral, donde cabe justo lo que se llevó: laptop, cable, monedero, y una carterita que utilizaba para las marchas. Y esta es la teoría que yo más creo. En casa había mucho más para robar. Televisores, otra laptop, botellas de whisky, en fin, mucho. Pero no todo sale por una ventana con rejas y en manos de un niño.

Mis primos y yo bajamos al patio del edificio, y pudimos ver que entrar a mis casa era factible. Un segundo piso, rejas rotas en el patio del edificio, rejas en cada ventanas de cada piso, por donde podía escalar cualquier persona, y adicionalmente, las rejas de mis ventanas eran las que tenían el espacio menos estrecho. Mi primo y yo intentamos y nuestras cabezas pasaban por la ventana. Definitivamente, un niño con una mochila había entrado a mi casa.

Quienes me conocen saben que yo creo mucho en D-os. Cuando me preguntaba constantemente qué hacer, también le pedía a D-os que me ayudara, que me diera una señal. Siempre le pido igual. Pues, yo vi claramente la señal. Ya ni en casa estaba a salvo. Realmente no pasó nada tan grave. Fue solo “La señal” que necesitaba para tomar mi decisión.

Una vez sola en mi casa, decidí irme a España, e irme lo antes posible. En ese mismo momento compré mi pasaje de solo ida a España y llamé a mi amiga Chelo en Madrid, para que me ayudara a buscar dónde quedarme al llegar. Una habitación alquilada, mientras buscaba trabajo y otras opciones de vivienda. Y a partir de ahí, todo fue sucediendo de forma perfectamente engranada, para que mi migración fuera de la mejor manera. Todo me decía: “Este es el camino, sigue. Nada de echarte para atrás”. Compré pasaje para el 16-4. Me quedaban 2 semanas para organizar mi ida. Como dicen: meter tu vida en 2 o 3 maletas.

Mis amigas me decían que durmiera fuera de casa, pero no me atrevía a dejar mi casa sola. Pero no volví a dormir tranquila. Me despertaba con la sensación de tener a alguien en la habitación viéndome. La primera noche no pegué un ojo en toda la noche. Me daba terror estar en la sala de noche. Uno se da cuenta que está traumatizado, cuando volteas cada 10 minutos a ver la ventana, cuando en la mañana entras a la sala y lo primero que miras es la ventana. A los 2 días ya tenía reforzadas las rejas. Ya no cabía ni un bebé. Ya mi casa estaba segura, pero yo no me sentía segura.

El siguiente paso difícil fue cómo decirle a mi mamá que me iba. Solo quedaba yo en Venezuela de mis hermanos. Me tocó contarle lo que pasó, para que entendiera por qué debía irme. No iba a estar bien en Venezuela. Y en efecto, la siguiente noche que dormí bien, fue en Madrid, en casa de Tania. Quien me alquiló la habitación, por recomendación de Chelo.

Yo no me imaginé lo importante que era llegar a una casa de familia y amiga, hasta que lo viví. Yo no conocía a Tania, pero teníamos muchos amigos en común. Desde el día uno me sentí cómoda en su casa. No era la opción más económica. La zona es privilegiada, el edificio una belleza y la habitación comodísima. Pero yo estuve viendo otras opciones por internet, y el solo imaginarme en un cuarto sola, no me hacía sentir bien. Yo no estaba bien. Yo estaba llorosa, nerviosa. Me sentía como huyendo de algo. Y llegar a casa de Tania fue como llegar a casa de una amiga, una muy buena amiga.

En esas dos semanas recogí mi casa, vendí el carro, me metí en páginas de dar clases particulares, arreglé los papeles que me faltaban. Y lo más importante, le firmé a mi mamá un poder total. Algo muy importante. Yo no tenía planeado volver, por lo menos en año y medio, que era el tiempo que yo estimaba que podía aguantar sin trabajar, siempre y cuando recibiera la ayuda del Español Retornado. Para los papeles me ayudó mi amiga Susy, ella me fue diciendo todo lo que tenía que hacer antes de irme, y al llegar también me fue diciendo qué hacer y a dónde ir. Lo que no dio tiempo de hacer en esas dos semanas, lo hice en España, que era el comprobante de la Seguridad Social.

Empecé a regalar cosas a mis amigos, como regalo de despedida, aunque no muchos amigos supieron que me iba. Doné y regalé todo la ropa que no me podía llevar. Vacié todos los cuartos. Solo había una cosa que me preocupaba: dejar a mi mamá a cargo de la casa. Era un trabajo para ella ir siempre a estar pendiente de todo, y no quería complicarle la vida. Pero como todo fue sucediendo de manera perfecta, una de mis queridas amigas, Elizabeth, fue a verme para despedirse, y se le ocurrió la brillante idea de ofrecer en alquiler a una amiga en común el apartamento, a Joanna. Uff, yo conocía a Joanna y a su hija. Y sabía que eran las mejores y más confiables manos en la que podía dejar mi casa. Y así fue. Para mí fue mucha ilusión ofrecerle a Joanna mi casa. Era un Ganar-Ganar. Yo tenía mi casa en manos de gente buena y responsable, y Joanna tendría una casa para ella y su hija. Y sabía que para ella eso era muy importante. Me encantó ver la carita de emoción de Barbie cuando supo que tendría su propio cuarto y baño. Ya tenía ese tema resuelto.

Ahora faltaba meter mi vida en 3 maletas. Pues para eso también conté con mis dos queridísimas amigas, Dina y Sandra. No sé cómo hicieron, pero lo que para mí era imposible, ellas lo lograron. Yo tenía ya dentro de las maletas lo que me quería llevar, luego de una gran terapia de desprendimiento, pero las maletas no cerraban. Ellas se vinieron a casa una tarde, y acomodaron todo de tal forma, que las maletas cerraron y pesaban lo justo. Ni un gramo de más.

El 16 de abril del 2019 salí de Venezuela, y llegué a España el 17-4, hoy hace un año. Sé que dejé a mi mamá desconsolada. Mis amigas Sandra y Dina la apoyaron todo lo que pudieron. Pero la promesa a mi mamá fue que apenas yo tenga un apartamento y un ingreso, la llevaría a España.

Al llegar a España me recibieron mis hijas, qué emoción!!! El gran momento esperado, estar las 3 juntas otra vez.

Yo me vine con mis pocos ahorros, por lo que me tocaba evaluar bien cada gasto. Y empecé por ahorrar en la ida a casa de Tania yendo en tren, en lugar de taxi. La muerte. Una de las maletas se caía a cada rato. Le prometí a mis hijas que la botaría, pero no la he botado. Sirve de almacén.

 Al día siguiente di mi primera clase particular de matemáticas en Colmenar viejo. Yo ni idea que eso era fuera de Madrid. Pues llegué como 2 horas tarde,  con mucha vergüenza. Pero también debo agradecer a Cristina. Mi primera alumna y la más fiel. Pienso que la puedo llamar también amiga. Una persona encantadora. Luego tuve 2 alumnos más. Con los 3 alumnos se llenaba mi tiempo libre, porque eran lejos de donde vivía.

A la semana de llegar comencé una certificación en SAP Online, que la había contactado desde mi visita en Febrero. Esta certificación no terminó siendo tan buena idea. Acá perdí mucho dinero y tiempo. Éramos 8 en el curso y todos reprobamos el examen. Mientras que las otras academias salieron muy bien.

También me metí en un curso de Atención al cliente, que te garantizaban conseguir trabajo al terminar. Éramos muchos inmigrantes en el curso. Yo lo terminé y empecé a trabajar en Ventas telefónicas. Lo soporté 6 semanas. Ventas 0. Había pagado solo la mitad del curso, y la academia fue cerrada. Tenía muchas demandas. Pienso que fue otra mala decisión. Era una empresa que se aprovechaba de la necesidad de los inmigrantes, y no evaluaba bien tu perfil, para ver dónde estarías mejor.

En fin, al llegar a un país nuevo sí pienso que es buena idea tomar clases de algo, si tienes la disponibilidad económica, pero que sea un curso reconocido por universidades. No los que yo tomé que parecían buenos, eran los más económicos y no respaldados por instituciones reconocidas. Si no tienes recursos económicos suficiente y eres español, lo mejor es tomar los cursos que ofrece el gobierno. Son muy buenos y también puedes conseguir excelentes contactos.

Haber migrado en Abril tampoco fue la mejor fecha. Quedaban 2 meses para el verano y España cierra todo en Verano. Fui a varias entrevistas de mi carrera y todas me decían lo mismo, vemos a la vuelta del verano. También apliqué a otros trabajos, como recepcionista, asistente ejecutiva, atención al cliente, etc… Y de ninguna me llamaron.

Decidí asumir lo que significaba el verano. Yo contaba con la ayuda del Español Retornado y de mi trabajo que hacía aun con Venezuela. Por lo que podía subsistir, sin holguras, pero sin problemas. Adicionalmente, estaba empezando una relación con un español, Ángel, y eso me ayudó a pasar con menos ansiedad la época de búsqueda de trabajo. La verdad que tengo mucho que agradecer a Ángel. Fue un apoyo importantísimo e incondicional. En su momento, asumió mi familia como suya, mis fiestas religiosas como suyas, mis problemas como suyos.

Mientras esto pasaba, tuve la gran suerte que una amiga de la universidad me llamara para ofrecerme su apartamento de Madrid en alquiler. Era tremenda oportunidad. Pero yo no le llegaba al precio. Elena, mi amiga de la universidad, me dio la opción de sub alquilar habitaciones, y fue lo que hice, con una compañera de la universidad de mi hija y su pareja. Solucionado. Al mes y medio de llegar, ya estaba en un apartamento, en una zona espectacular, con mercados y cafés cerca.  Súper bien ubicado. Ya tenía un lugar donde recibir a mi mamá, a mis hijas, y a quién viniese a visitarnos.

Así como hay cosas buenas hay cosas malas o no tan buenas. Todos los días agradecía por las buenas, y de las no tan buenas buscaba aprender. Lo de alquilar la habitación es muy delicado. Y hay protocolos claves a seguir. Mi aprendizaje en esta experiencia es alquilar solo a personas que se conozcan muy bien o con muy buenas referencias. Hacer un contrato escrito con las pautas muy claras. Es alquilar una habitación, no compartir casa. La casa la alquilaba yo, y subalquilé la habitación.

A partir de Septiembre comenzaron las entrevistas de nuevo. Asistí a varias. En 3 ofertas llegué hasta la última entrevista antes de decidir a quién contratar, y al final no quedaba. En una me fueron sinceros, y la razón del descarte fue la edad. Competía con personas más jóvenes.

Lo bueno de esa época fue que mi hija Sarah se vino a vivir conmigo, mi hermano y  mi mamá vinieron a visitarme.

A principio de Octubre apliqué para dictar un curso de Visual Basis en Excel (VBA). Yo no había trabajado con Visual, pero yo sé programar, y sé mucho Excel. Estudié muchísimo. Dicté el curso a empleados  de una empresa petrolera importante y me fue bien. Pero lo mejor de esta experiencia es que fue el trampolín para mi futuro empleo.

Finalmente, mi primer trabajo, y en el que aún estoy, gracias a D-os, lo conseguí a mediados de Octubre. En el aspecto laboral también cometí muchos errores. Quise aplicar a cualquier empleo. Pero en un país como España, donde la cantidad de inmigrantes es enorme, mucha gente buscando trabajo, la competencia es altísima. Siempre habrá personas más jóvenes que puedan hacer el trabajo al que yo aplicaba. Por esa razón, acá lo que yo recomiendo es buscar en qué cosa uno es bueno, muy bueno, el mejor. Hacer el CV en función de esa fortaleza y buscar trabajos en esa área. Al final, eso fue lo que hice, una vez que vi un trabajo posible. Me llamaron y en 3 días ya estaba trabajando en mi empleo actual.  Automatizando procesos de una sala de monitorización.  Gracias al curso que dicté, califiqué como la que más tenía experiencia trabajando con VBA y Excel, y fui seleccionada. 

Para ya terminar la historia, solo me queda agradecer y agradecer. Actualmente estamos viviendo juntas otra vez mis hijas y yo, pero la norma es que somos roomies. No soy la mamá. Yo me siento feliz de tener esta nueva oportunidad, y como dije lo agradezco infinitamente.

(Corregido 18-6-2021) 

miércoles, 15 de abril de 2020

Madre huérfana… Mis hijas migraron


Tiempo que no escribo, pero en cuarentena hay tiempo de hacerlo y muchas ganas de retomarlo, también.

Al final Sí Migramos… Era lo que menos esperaba hacer pocos años atrás.
Quiero contarles como fue el proceso de la familia y el mío en particular, por si estás pasando por algo similar y puedas aprender de mis errores y mis aciertos.
En esta primera entrega me enfoco en la migración de mis hijas. Luego cuento sobre mi migración. Porque ya saben que también migré, persiguiendo a mis hijas. Estoy cumpliendo un año en España esta semana.
No es una decisión para nada fácil. Y en el caso de mi migración, casi que no tomé yo la decisión. Me vi empujada a hacerlo, en un momento que me preguntaba todos los días: ¿Me voy o me quedo? Con los hijos la decisión tampoco es fácil, pero cuando ves que ellos sí están decididos a migrar, ya la decisión no es tuya, es de ellos, y lo que yo hice fue apoyarlas en todo lo que pude. Gracias a D-os, también su papá las pudo apoyar, y eso les facilitó un poco las cosas, o mejor dicho: se les hizo menos difícil. Porque fácil nunca fue.

En el caso de Sarah, mi hija menor, desde pequeña tenía claro que ella no estudiaría ni viviría en Venezuela, luego de graduarse del colegio. Yo creo que en su caso era porque vivió como la vida fue cambiando en el transcurrir de los años. Vio como las situaciones cambiaban de cómo las vivía Brenda y luego cómo le tocaba a ella vivirlas. Por ejemplo: cuando Brenda hizo su Bat Mitzvah, le pudimos hacer una fiesta muy bella, con amigos, una pequeña orquesta, un buffet delicioso. Cuando Sarah hizo su Bat Mitzvah, la llevamos a comer a Fridays con 2 amigas. Cuando Brenda empezó a salir con los amigos, no hubo mayor problema. Cuando le llegó esa edad a Sarah, nos daba miedo, inclusive a ella misma, salir. Por lo que su vida social se limitaba a ir a casa de amigos y pasar la noche ahí, para buscarla en la mañana.

Yo me imagino que en la cabecita de Sarah estaban todas las películas y series que veía y anhelaba esa adolescencia, no la que se le podía ofrecer en Venezuela. Ella tuvo la fortuna de poder ver cómo era la vida en otros países, y siempre comparaba. Y se le sentía en sus comentarios un anhelo de lo que veía afuera y un rechazo de lo que vivía en Venezuela.

El caso de Brenda era distinto: ella disfrutó mucho más que Sarah a Venezuela, y desarrolló un sentimiento de patriotismo distinto. Brenda quería ser protagonista de la recuperación del país. El migrar era un tema que Brenda no hablaba. Si en algún momento se lo planteaba, ella estaba negada a irse, aunque tuviera que quedarse sola en Venezuela.

Pero ahí ves como el país mismo te decepciona y te hace cambiar ese sentimiento. No dejas de querer al país, solo ves que él ya no te responde como esperas. Y como pasa con las parejas: si luchas y luchas, pero la otra parte no corresponde, toca separarse. No quieres sufrir más.

Sarah también ama a Venezuela, pero ella ya veía como un caso perdido la relación con Venezuela, y se le hacía más fácil verse lejos de ella.

Para ambas era dejar su comodidad, dejar sus amigos, y enfrentar toda una vida nueva: nuevas costumbres, nuevos estilos. Pero así mismo, era disfrutar por primera vez una vida NORMAL.

El caso de Brenda fue el más repentino, el menos esperado. Yo no estaba preparada para su migración. Todo empezó en el 2017, cuando tuvimos 4 meses de protestas en Venezuela. Brenda se entregó a las protestas. Mucha gente me preguntaba cómo yo la dejaba ir. Y mi respuesta era: "Yo quiero ir. Yo quiero luchar por Venezuela. ¿Cómo le voy a decir a mi hija, haz lo que yo digo, más no lo que yo hago?". Yo he tratado siempre de colocarme en su edad, y pensar: qué querría yo hacer a esa edad y qué me gustaría que mi mamá me dijera. Sabiendo siempre que hablamos de una joven muy responsable.

Ella creía fielmente que el país necesitaba de ella y de todos los jóvenes para salir adelante. Dejó el trabajo para poder salir a la calle y colaborar en lo que hiciera falta. Estuvo de acuerdo en sacrificar un semestre de estudios por el país. Pero a la vez, se enfrentó con un pueblo que no apoyaba sus ideales. Vio como jóvenes cercanos a ella morían, y eso la ponía más furiosa, y con más ganas de seguir protestando. Ella podía ser uno de esos jóvenes, y con la pasión que la caracteriza, vivió esos momentos con rabia, dolor. Pero esos sentimientos creo que eran su combustible para seguir luchando. Pero su gran decepción vino, cuando al cabo de 4 meses de sacrificios y luchas, el país volvió a la “normalidad”, y nada cambió. Solo casi 200 jóvenes menos, casi 200 familias lamentando su pérdida. Pero seguíamos con el mismo gobierno autoritario, las mismas o peores condiciones de vida, la crisis económica cada vez peor, por lo que la seguridad era también aun peor. Todo su sacrificio lo vio desvanecido, y por supuesto, no quiso seguir luchando.

En el caso de Sarah, lo vivió un poco más alejada, porque yo no la dejaba ir a las protestas, solo iba conmigo, y cuando era algo supuestamente “tranquilo”. Lo más fuerte que ella vivió fueron las protestas en la calle donde  vivíamos. Ahí tuvo bombas lacrimógenas, huidas de la Guardia, etc. Y todo esto fue para ella, más bien, una confirmación de su idea, Venezuela no era el país donde ella quería vivir su juventud. Ella no tenía claro si volvería para su adultez. Pero por lo pronto, quería irse a otro país. Sarah es mucho más práctica. Es algo que admiro de Sarah. Ella no se enfrasca en ideas o situaciones que no tienen solución. Tiene la capacidad de imaginarse cómo se va a desarrollar el tema, y puede decidir, previamente, si tiene sentido o no continuar con esa lucha.

En ese verano, Brenda y Sarah tuvieron la oportunidad de irse a Miami, a estar con su hermana mayor, por el tiempo que fuera necesario. Pensábamos que quizá las protestas podían continuar, que habría más muertos, y que las clases no iban a comenzar a tiempo. Pero nada de eso pasó. Como dije antes, el país volvió a su “normalidad” surrealista.
Mis dos muchachitas, a los 17 años de Sarah y 19 de Brenda, se fueron a buscarse la vida a USA. La hermana de ellas, Ana Sofía, las ayudó al máximo. Consiguieron empleo gracias a ella, y un lugar dónde vivir, también con el apoyo total de Anita. Pero se puede decir que mis hijas se mantuvieron solas por esos meses.

En el momento que les tocaba regresar, al cabo de 2 meses, el papá de mis hijas asomó la idea de dejarlas afuera definitivamente. Yo me negué rotundamente. A Sarah le quedaba solo un año de colegio. Cualquier otra opción fuera del país, le implicaba por lo menos 2 años más de colegio. En el caso de Brenda, ya llevaba la mitad de su carrera. Le faltaba solo 2 años. Y culminar su carrera le daría herramientas para buscar trabajo y estudiar su postgrado, en cualquier lugar del mundo.

Pero al final, lo que pasó fue que Sarah volvió para terminar su colegio, pero Brenda decidió que no volvía a la Universidad. Inició su búsqueda de a dónde migrar. Recuerdo nuestras conversaciones. Ella me pedía que aprobara su decisión. Yo lo que le decía era que no estaba de acuerdo, pero la apoyaba como la que más, en lo que sea que ella decidiera. Ella lloraba. Le daba miedo la decisión que estaba tomando. Y necesitaba que yo le dijera que estaba de acuerdo, y lo que se me ocurrió decirle fue que yo a su edad quise tomar varias decisiones. Mi mamá no estaba de acuerdo y no pude hacer cosas que quería hacer a su edad. Yo considero que mi mamá se equivocó en alguna y en otras no, por lo que le dije a Brenda que yo también me podía estar equivocando. Que no me pida que opine igual que ella. Que le iba a decir solo una vez lo que pensaba, y luego no se hablaba más del asunto. Nunca le diré: “Te lo dije”, en caso de arrepentimiento. Lo que sea que decida, pues hacia allá iremos las 2. Yo pensaba que debía seguir en Venezuela, terminar su carrera y luego irse. Ya habíamos hablado Sarah y yo, que ella cursaría un año de universidad en Venezuela, para irnos las 3 juntas luego. Además, estábamos en el proceso de obtener la nacionalidad españoles, y sería más fácil migrar siendo español.

Brenda me decía algo que me hizo entender su desespero por irse: “Ma, mírate cómo estás. No estás preocupada por mi seguridad. Yo estoy lejos. Trabajo, salgo y tú no tiene el miedo que tienes cuando yo estoy en Venezuela. Y yo con mi trabajo, mal que bien, puedo vivir. Me compro mi comida, salgo de vez en cuando, tengo amigos. Tengo una vida que no veo que pueda tener en Venezuela.”. Acá es cuando ella se dio cuenta que la vida podía ser distinta (lo que ya había visualizado Sarah) y que ella la quería vivir. No le importaba dejar sus comodidades. La casa donde estaba todo listo, comida, cama, etc. Ahí fue cuando ella empezó a ver su vida primero que su país. Y eso no está mal. Llega un momento donde a todos nos pasa eso. A unos antes que a otros. Pero nos pasa. De igual forma me pasó a mí. Como me dijo una vez un buen amigo: "Simy, si ya no tienes esperanza en el país, vas a tener que irte". Y así le pasó a Brenda. Ya no tenía esperanza. Ahora le tocaba luchar por su vida, que es lo que le quedaba. Suena dramático, pero es por lo que uno pasa, cuando decide migrar.  La vida en Venezuela no es vida. Uno está es sobreviviendo cada día. No puedes pensar en un futuro, en un plan. Es vivir cada día a la vez. Pero lo soportas porque tienes la esperanza que eso va a cambiar, y tú vas a ser parte de los constructores del nuevo país. Pero cuando ya pierdes esa esperanza, la vida en Venezuela, no tiene sentido. Sufres cada día. Sufres con lo que ves a tu alrededor. O sales corriendo o entras en depresión. Por eso, yo siempre he entendido ambas posiciones. Cuando estaba en Venezuela, entendía al que se fue. Valiente y atrevido. Ahora que estoy fuera, admiro a los que siguen en Venezuela: valientes y atrevidos también. Ninguna posición es fácil.

Brenda volvió a Venezuela a finales de Noviembre del mismo 2017. Y para el 15 de Enero del 2018 ella se estaba yendo con visa, inscripción en universidad y todo listo, para hacer un semestre de intercambio en Madrid, en la Universidad Carlos III, una de las mejores a nivel mundial en su carrera, Economía.

En Madrid la recibieron mi hermano Salvador y mi prima Alegría. Siempre agradeceré que hayan hecho lo que yo no pude hacer, acompañarla en esos primeros días.

Al llegar a España, a Brenda le tocó firmar en notaría el documento para obtener la nacionalidad española, por lo que faltaba 10 meses o un año, para ser española. Ya Sarah y yo teníamos la nacionalidad. A las 2 semanas de llegar Brenda, ya estaba viviendo en su nueva residencia, cerquita de la universidad, asistiendo regularmente a clases y buscando las alternativas para quedarse definitivamente. Otra vez, no fue fácil. Las puertas no se le abrieron de inmediato, al final tuvo que estudiar para la selectividad. Era como cursar un semestre de la universidad y el último año del colegio a la vez. Pero gracias a la disciplina de Brenda logró terminar con éxito su semestre y su examen de selectividad. Obtuvo excelentes notas en el semestre y aprobó la selectividad tan bien, que quedó en su misma universidad y en su carrera. Se dice fácil, pero no lo fue para ella. Muchas veces lloraba y se cuestionaba si había decidido lo correcto. Muchas veces estuve tentada a dejar todo e irme a apoyarla, a estar con ella, a abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, como hacía en casa, cuando algo le salía mal, pero nos tocaba a ambas seguir adelante sin ese abrazo. Solo palabras (escritas y habladas) de apoyo y aliento. Obviamente mi rendimiento en el trabajo se vio muy afectado. Y empecé a ver la opción de yo también migrar, luego de irse Sarah. Y lo expresé así en el trabajo. Ya no tenía la motivación de hacer vida en Venezuela. Pero no tenía más alternativa en ese momento.

Brenda volvió a Venezuela a finales de Junio del 2018, con un semestre aprobado y el ingreso a la universidad deseada aprobado también. Vino a renovar la visa, al grado de Sarah, y desde mi punto de vista, a despedirse definitivamente de su país, amigos y familia. Mi muchachita salía de casa definitivamente a sus 21 años.

En esos 2 meses y medio que estuvo en Venezuela, y que además eran también los últimos meses de Sarah en Venezuela, busqué que la pasáramos lo mejor posible juntas. Como dije una vez, fui más abuela que madre. Bajé al mínimo mi nivel de exigencia en casa. Yo solo las quería disfrutar. Para mi cumple, fuimos una semana a Los Roques. Las tuve para mi sola. Nada de amigos, redes. Las playas, los paisajes maravillosos, ellas y yo. De las mejores vacaciones que hemos tenido juntas, aunque nos achicharramos un poco. Quizá 4 días habría sido suficiente, pero igual estuvo riquísimo.

Luego de varios sustos y malos ratos en el consulado de España, y después de una “ayudaita” de la abuela Esther, Brenda logró obtener su nueva visa de estudiante e irse a España a principio de Septiembre, justo para comenzar su primer semestre formal en la Universidad Carlos III.

Hablemos ahora sobre la Migración de Sarah. Tampoco fue fácil, pero sí muy diferente. Sarah estaba entre quedarse en Venezuela un año más, mientras hacía la selectividad, o irse en enero para cursar la selectividad en España. Yo le recomendé que se fuera lo antes posible. Que no iba a hacer nada en Venezuela, si no iba a estudiar. Que mejor se iba pronto, buscara trabajo (ya tenía 18 años) y ahorrara algo, mientas llegaba la fecha de comenzar las clases de selectividad. Y fue lo que hizo. Sarah se fue a mediados de Octubre, mes y medio después de Brenda. Para mí fue el comienzo de una nueva etapa, lo que llamamos en Venezuela: los padres huérfanos. Una cosa es despedir de casa a tu hijo, cuando ya tiene una carrera, y sabe salir adelante por sus propios medios, porque lo has visto, como quizá nos pasó con toda mi generación. Pero otra muy distinta es despedirla para que vaya a probar suerte. Brenda tenía un plan, Sarah iba a ver qué lograba hacer. Su plan era para el próximo año. Pero ella lo hizo muy bien. Mi pioja de 18 años, se comportó como toda una mujer valiente y responsable. Consiguió trabajo y se hizo independiente. Ella se ganaba la vida trabajando en una pastelería, pero trabajando duro. Y a la vez, se daba sus gustos. Siempre he dicho que Sarah es hija de una princesa y su exigencia en el nivel de vida es alto. Pero creo que ella estaba satisfecha con lo que estaba viviendo. Un trabajo muy duro, no muy bien tratado, pero su objetivo lo tenía tan claro, que pa’lante es pa’llá. Así es ella.

Mientras tanto yo me quedé en Venezuela, con todo el tiempo del mundo libre, pero en un país donde no hay mucho qué hacer. Logré consolidar mejor el plan B de trabajo, el que, sin saber, iba a ser mi base para cuando yo migrara. En ese momento no lo tenía muy claro, pero tenía el tiempo y la motivación, para que ese plan B fuera una buena opción. Al punto, que decidí renunciar al trabajo en Diciembre del 2018, porque tenía planificado ir a Madrid mes y medio, a ver a mis hijas, apoyarlas en lo que necesitaran, darles lo que no pude cuando se fueron, y no quería estar atada a un trabajo. A la vez, el viaje también iba a ser una experiencia de qué tal es vivir en Madrid para mí. Otro objetivo del viaje era ver a mi tía Raquel, que se había ido el año anterior. Quería que mi mamá pasara tiempo con ella. Por eso alquilé un apartamento muy pequeño, para mi mamá y para mí, en el centro de Madrid, de 30 mt2. Un cuarto, un baño, una cocina integrada a la sala, con un sofá cama, que casi nunca lo pasó vacío, gracias a D-os, ya que esa era mi idea. Yo quería tener un lugar, sencillo, lo más económico posible, pero céntrico para que a mis hijas les fuera fácil venir, para que pueda ir con mi mamá a dónde sea, y que tenga una vida alrededor, para que mi tía pueda bajar a tomarse un café. Logré todo eso y más. Nuestra casita siempre estuvo full, si no era Brenda, era Sarah, o eran ambas, o era mi tía Raquel, y para más sorpresa, también pasaron por ahí mi hermano Salvador y mi queridísima amiga Nelly. Y adicionalmente, mi mamá logró ir a Israel a ver a mi hermano Samy y toda su familia. Como dice mi mamá: en mes y medio estuvo con sus 4 hijos. Nelly es una hija más para mi mamá. Y yo logré estar en momentos claves de mis hijas.

Ayudé a Sarah a mudarse. Acá pasó algo muy cómico. Ella estaba trabajando. Ya habíamos llevado a casa alguna cosas, pero aún quedaba un perolero por traer. Sarah contrató un Uber y yo fui hasta su casa. Bajamos las cosas,  y me fui yo con el Uber a mi casa, mientras Sarah iba a su trabajo. El chofer del Uber resultó ser una extranjero recién llegado a Madrid y que apenas hablaba español. No conocía muy bien la ciudad, para no decir nada bien. En esos mismos días había protestas de los taxis contra los Uber. Recuerden que yo estaba montada en un Uber. Pues el señor se ha equivocado y se ha metido en una calle donde no había paso y justo pasaba por ahí una de las protestas de los taxistas. La comidilla perfecta. El Uber quedó atrapado en una calle sin salida y rodeado de protestantes. Miles de fotos, golpes al carro, insultos, y yo ahí temblando. Sin poderme bajar, porque tenía los 17 bultos de la mudanza de Sarah. El señor necesitaba retroceder. La vía que había tomada terminaba en un boulevard. No había paso. Pero rodeados como estábamos, no podía moverse. El señor, la verdad, respondió muy bien. No dejaba de sonreír. Nunca se alteró. Y salimos de ahí, por fin. Yo creo que no fueron más de 5 minutos en el medio de la protesta, pero para mí fue como una hora interminable.

También estuve con Sarah cuando perdió el trabajo. Ella me lo venía diciendo. El jefe era una persona muy maltratadora y Sarah no se aguanta nada. Ella te va a decir lo que siente, porque ella tiene claro que se merece el respeto de la gente. Ella tiene claro su valor como persona, como mujer. Y no se va a dejar pisotear. Aguantó porque ese jefe no estaba muy presente, pero cuando empezó a estar más presente, ella me iba diciendo: "Ma, dudo que aguante mucho más en el trabajo. No soporto cómo nos trata el dueño del negocio. Me van a terminar botando".

Una noche, a las 12 o 1 de la mañana, me llama y me dice: ¿Ma, puedo ir para tu casa? Uff, claro. Vente que estoy acá esperando. No tienen idea de todas las cosas que pasaron por mi cabeza. Tantas y tan terribles, que cuando me dijo que había perdido el trabajo, para mí, en silencio, fue un alivio. “¿Ah, es eso?” Jajaja, obviamente no le dije eso a ella. Pero pude estar en ese momento, que para ella fue muy duro. Yo agradecí lo que pasó y eso sí se lo dije. Ella trabajaba más de 40 horas semanales, un trabajo fortísimo. Y no tenía chance de estudiar para la selectividad. Y algo que ella tenía claro era que no quería pasar su vida en trabajos así, por lo que la prioridad era prepararse para estudiar en la Universidad. Sacamos cuentas, y con lo que había ahorrado y un poco de ayuda de su papá , podía estar sin trabajar hasta que presentase sus exámenes.

En el caso de Brenda, la pude acompañar a su primer día de trabajo. La pude apoyar y consolar con su miedo por esa nueva experiencia. A principios de Enero Brenda había obtenido su nacionalidad española. Ya todo empezaba a hacerse un poco más fácil para ella. Su primer trabajo fue de vendedora en una conocida tienda de ropa. Le tocaba lidiar con sus estudios (universidad exigente y Brenda exigente consigo misma)  y con un trabajo que no le encantaba, pero lo necesitaba para poder ser independiente, y ganarse su vida. Nada fácil. Una cosa es trabajar de joven, para pagarte tus gustos y otra es trabajar mientras estudias, para ganarte la vida. Sé que a muchos le toca eso. Pero para mis hijas era un nuevo reto.

A los pocos días yo me devolví a Venezuela, pero dejando dentro de mí, las ganas de volver y la convicción de que debía volver. Mi vida era en España, cerca de mis hijas. Yo esperaba que mis hijas estuvieran tan ocupadas que no pudiéramos casi vernos, pero fue todo lo contrario. Ambas buscaron vernos lo más posible. Con ambas compartí mucho. Hacíamos cenas en casa, fuimos de paseo. Muchas noches el plan esperado era llevarle la comida al trabajo a Sarah, o esperar que Brenda viniese para hacerle su comida preferida. Yo lo tenía claro. Yo debía volver, pero a quedarme. La pregunta es ¿cuándo y cómo?

En ese momento de mi vuelta empezó la etapa más dura de Sarah. Buscó otro trabajo, pero no le fue bien. Tuvo que dejarlo. Se había acostumbrado a ser independiente económicamente. Y entró en una época de tristeza. Iba a ser su cumpleaños, cosa que le encanta celebrar, pero no se sentía contenta.
En el otro capítulo va la continuación de la historia, que es justo mi migración a España.

miércoles, 12 de junio de 2019

¿Migras a España y tienes la nacionalidad española?

Cumpliendo casi dos meses ya es España, quiero escribir todo lo que he tenido que hacer, por si a otras personas les puede ayudar en su proceso de migración.

Ya casi estoy lista con todo lo que un inmigrante debe hacer, al venirse a España, siempre y cuando tenga la nacionalidad española, como es mi caso, gracias a D-os. 

Voy a hacer otras entradas sobre este tema. Pero creo que el indicar cómo hacer, una vez que decides migrar, va a ser de mucha utilidad. 

En mi caso yo pude adelantar algunas cosas, porque vine de visita a principio de año 2019; como sacar el DNI y contactar páginas y personas para trabajar. Pero voy a escribir como si empezara de cero, pero teniendo ya la nacionalidad española, es decir, pasaporte y partida de nacimiento español.

También voy a explicar mi caso, que fui empleada por muchos años y coticé en la seguridad social de Venezuela (IVSS).

Antes de viajar, hay unos pasos importantes que debes hacer en Venezuela:
  1. Seguro Social de Venezuela - IVSS:
    1. Debes aparecer como cesante en la Seguridad Social de Venezuela. Para eso entra en la página de IVSS y consulta tu estado de cuenta. En mi experiencia, de 7 días a la semana que intentas consultar, por lo menos 5 no está activo. Hay que intentar a diario y en diferentes momentos del día. Yo solía obtener respuesta en las noches tarde o lunes a primera hora, por ejemplo. La página es: http://www.ivss.gov.ve/. Ahí bajas y haces click donde dice Cuenta Individual. Colocas tu CI y fecha de nacimiento. Si te dice que la CI no está registrada, significa que el sistema está caído. Cuando está activo, te genera un reporte con tu cuenta individual. Y debe decir que estás cesante.  
    2. En caso de no aparecer cesante, debes solicitar a tus patronos que te retiren del Seguro Social.  En mi caso, tenía 2 trabajos y tuve que pedirle a ambos que me retiraran. Este proceso es recomendable hacerlo 2 ó 3 meses antes de la fecha del viaje. En mi caso, renuncié a tiempo del trabajo convencional, pero no sabía que también cotizaba por la UCAB. Desde que solicité mi baja en la UCAB, hasta que se pudo emitir el comprobante, pasó un mes, aproximadamente. Y debo sumar una semana, que fue lo que demoré en poder ver mi estado en la página. 
    3. Una vez estés cesante, debes pedirle al empleador las constancias de registro (14-02) y egreso (14-03), ambas certificadas por la empresa (sello húmedo y firma del representante legal de la empresa). 
    4. También te sugiero emitir un comprobante de cotizaciones, ya que lo piden en la oficina de Extranjería en España. Eso se puede encontrar en la misma página del IVSS, al final, dando click en un icono morado, que dice Constancias y Autorizaciones. Es importante revisar que el informe tenga un código de verificación al final. Si no lo contiene, no lo aceptan.
  2. Consulado español en Venezuela:
    1. Tres semanas antes del viaje debes solicitar una partida de nacimiento literal para DNI y la baja consular. Es importante hacerlo con tiempo porque demoran 2 semanas. También es importante revisar que te hayan dado la partida de nacimiento para el DNI. A mi hija Sarah le habían dado una partida de nacimiento para otra cosa y tuvo que solicitarla de nuevo. 
  3. Consejería de trabajo, migraciones y seguridad social del Consulado Español en Venezuela:
    1. Para comenzar el proceso de la Ayuda al retornado Español en Venezuela (Adveración de la actividad labora - asalariados), debes dirigirte a esta oficina, que queda en La Castellana, en la Torre Banco Lara, primer piso. 
    2. Los documentos a llevar son: 
      • Pasaporte español, original y copia
      • Pasaje a España
      • Cédula identidad venezolana o DNI español, si ya lo tienes. Original y copia. 
      • Estatus del IVSS donde apareces como cesante. Es imprimir la cuenta individual que vimos en el paso 1.
      • Constancia de Registro y de Egreso del trabajador del IVSS. Esto es solicitar al empleador las formas 14-02 y 14-03, certificadas por la empresa (sello húmedo y firma del representante legal de la empresa).
    • En mi caso, no pude hacerlo en Venezuela porque se demoró mucho el IVSS en retirarme, por lo que lo hice en España sin problema. Lo malo es que pasas más tiempo en España, sin la ayuda.
  4. Citas a buscar antes de viajar (por lo menos un mes antes):
    1. Tarjeta de transportehttps://tarjetatransportepublico.crtm.es/CRTM-ABONOS/entrada.aspx
    2. Empadronamiento: Cuando pides la cita, te piden que imprimas y llenes un formulario. Para empadronarte debes llevar también una factura con la dirección y que esté a tu nombre. Si no tienes servicios a tu nombre, el formato a llenar debe firmarlo la persona que te alquila o te hospeda y darte alguna factura que esté a su nombre.
    3. DNIhttps://www.citapreviadnie.es/citaPreviaDniExp/ . La página no permite solicitar cita si no tienes DNI. Lo que yo hice fue solicitar la cita con el DNI de mi hija. Si no tienes DNI de alguien conocido, puedes ir a la oficinas de la Policía más cercan a donde estás (Oficina de Tramitación del DNI y Pasaporte). 
  5. Viajar a España:
    1. Saca la foto típica en el aeropuerto. 
    2. No bajes solo, y si como en mi caso, dejas a tu mamá en Venezuela, pídele a tus queridas amigas que te acompañen para que tu mamá no suba sola a Caracas. En mi caso, mis queridísimas amigas fueron Dina y Sandra. ¡¡¡¡Les agradezco un montón!!!! 
    3. Lleva en tu maletín de viaje todos los papeles que te entregaron en cada uno de los procesos que hiciste en Venezuela. 
    4. En España hay varios procesos importantes a llevar a cabo, apenas llegues. Es un Turismo por las oficinas administrativas. Prepárate emocional y sicológicamente para eso. Vas a ver venezolanos como tú en todas las oficinas. El funcionario español es bastante amable y empático con nosotros, por lo general, pero puede tocarte uno con mal humor. Respira profundo, sonríe y vuelve al día siguiente, esperando que te toque otro funcionario.
  6. Linea Telefónica españolaEn mi caso seleccioné Orange porque en todos lados hay una oficina de ellos y pareciera que es la operadora que da más opciones. Yo compré un plan llamado Mundo, o algo similar. Cuesta 15 euros y me da 400 min para llamadas a teléfonos fijos en el exterior, 7GB para datos. Dura 28 días.
  7. Cita de la tarjeta de transporte: Asiste a tu cita de transporte. Selecciona la zona por la que te vas a mover a diario e incluye hasta la zona donde vas a vivir. Madrid centro es zona A. En los mapas de la ciudad vas a ver hasta donde llega la zona A. Por ejemplo, mi hija vive en Getafe y eso ya es zona B1.
  8. Empadronamiento: imprime el formato que te anexan en el correo que recibiste al solicitar la cita. Llénalo y lleva los requisitos, como te lo indiqué en el punto 4.3.
  9. DNI: si solicitaste la cita, ve el día asignado. Tienes que estar ya empadronado. Solo necesitas el Pasaporte y efectivo para pagar (menos de 15 euros). Si no solicitaste cita ve muy temprano a la policía más cercana que generalmente atienden a un pequeño grupo sin citas. Para todo lo que viene a continuación necesitas el DNI.
  10. Cuenta bancaria: Si no tienes cuenta bancaria en España, lo ideal es abrir una. Lamentablemente, para los venezolanos no es fácil abrirla. Yo fui a 5 agencias de bancos distintas y en todas me ponían todas las condiciones más complicadas y costosas para abrir una cuenta. En una de las agencias me dijeron algo como: Sra., disculpe, pero ustedes, los justos, están pagando por los pecadores. Al final tuve que buscar una persona conocida, para que me recomiende a su ejecutivo. Abrí con el Banco Santander, y el servicio y la consideración fue espectacular.
  11. SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal): Apenas tengas el DNI, dirígete a la oficina de SEPE más cercana y solicita la Demanda de empleo. Estos es importante hacer rápido, porque para solicitar la ayuda del retornado español, te piden que estés un mes de alta, en el proceso de demanda de empleo. Es decir, que tengas un mes sin empleo, de forma explícita en la oficina SEPE. En esta oficina te deben entregar un formato llamado: Demanda de Empleo.
  12. Oficina de Extranjería: En esta oficina te van a entregar el Certificado de Emigrante Retornado, necesario para solicitar la ayuda. Los requisitos son: Original y copia de todos los documentos que listo a continuación: Pasaporte y DNI español, Demanda de Empleo (SEPE), Baja consular (que te entregaron en el consulado español de Venezuela), Partida Literal de nacimiento, Billete de avión, Cotizaciones del seguro Social de Venezuela. Es el certificado que indiqué en el punto 1.4. Esta oficina no pide cita, pero entregan 30 números al día. Hay que estar temprano. La oficina que yo fui es en Calle de Silva, 19, 28004 Madrid.
  13. Solicitar Cita para la Ayuda del Retornado: En la misma oficina SEPE, puedes solicitar la cita para introducir los documentos, para la ayuda al retornado. La cita debes buscarla para un mes luego de Introducir la Demanda de Empleo. Los requisitos son: Formato que entregan en la misma oficina, certificado de la demanda de empleo, con fecha de un mes anterior, DNI, certificado de Emigrante Retornado.
  14. Seguridad Social: Apenas tengas DNI y estés empadronado, dirígete a la oficina de la Seguridad Social de tu zona, para solicitar tu inscripción a la Seguridad Social. Solo necesitas llevar el DNI y el certificado del Padrón. En mi caso me solicitaron que lo haga con Cita, pero a mis hijas no les pidieron cita. Por eso recomiendo ir apenas puedas y tengas los DNI y padrón. Te van a entregar el Documento Acreditativo del Derecho a Asistencia Sanitaria
  15. Centro de Salud: 2 días después que te otorguen el número de Seguridad Social, puedes ir al Centro de Salud que te corresponda, a solicitar tu Tarjeta Sanitaria, y a pedir cita con el médico de familia.
  16. Buscar trabajo: Yo introduje mi CV en varias páginas, como InfoJobs, y páginas propias de empresas grandes, como Corte Inglés y Mercadona. Pero lo que creo que mejor funciona es inscribirse en cursos, que te ayuden a conseguir entrevistas. Yo estoy cursando una Certificación en SAP y haciendo un curso de Atención al cliente. Aun no he conseguido trabajo. Pero estas empresas te ayudan a conseguir entrevistas.
Espero estas indicaciones te ayuden a hacer más rápida tu adaptación a la migración a España.

Próximamente, escribiré más sobre mi experiencia personal.

En caso de necesitar corregir este documento, lo voy a notificar, colocando la versión al principio del documento.

martes, 27 de marzo de 2018

Festival de Gaitas: Nuestra burbuja dentro del país

Este fue el segundo año que participo en el Festival intercolegial de Gaitas, como mamá gaitera.

Con Brenda fue en el 2014, y ahora con Sarah, en el 2017.

Ambas experiencias fueron espectaculares. Y si tuviera un tercer hijo, volveria a participar. Como decía una amiga: Si mi hija no hubiera querido, adopto a otra que sí quiera. Es un torbellino de emociones, que no me lo perdería por nada del mundo.

No sé a cuántas mamás o papás les pasó que al principio no estaban convencidos de participar en las Gaitas. Cuando le tocaba a Brenda participar, yo no estaba muy convencida. Me parecía absurdo. No estaba de acuerdo con los gastos, con el despilfarro en los trajes, accesorios, etc. Me gustaba como era antes, que se usaba un pantalón cualquiera y una camisa de un color, y a tocar, cantar y bailar. 

Dada la situación del país, yo le decía a Sarah que propusiera que no se gaste tanto en los trajes y accesorios. Que seamos un colegio pionero en bajar los presupuestos.

Pero hoy digo, después de ver todos los grupos, que el traje le da un toque especial. En verdad cada detalle cuenta: traje, accesorios, música, voces, baile, protocolo, sonido, madres comité, todo... Si uno de estos pilares no está bien, se cae el espectáculo.

Cuando el Festival de Brenda lloraba en cada toque. Me impresionaba que muchachos tan jóvenes fueran capaces de montar tal espectáculo. Ver la seriedad con que tomaban cada evento, como se coordinaban y ayudaban entre ellos, me conmovía muchísimo.

Con el Festival de Sarah, lloré más al final. Estos meses de toques y agite me liberaron de estar sumergida en la crisis del país, y saber que esa burbuja estaba por terminar, me encogía el corazón. 

Adicionalmente, todos los colegios le dedicaron una o dos canciones a Venezuela. Todos, de alguna forma, se estaban despidiendo de su país. Una gran parte de los chicos piensan migrar, al graduarse o en pocos años, Creo que casi ninguno se ve en Venezuela, por lo menos no por los próximos 10 años.

Este año hubo muchas dudas. No sabíamos si el Festival se iba a poder dar. Pero a pesar de todos los obstáculos, se hizo. Pero con varios detalles muy especiales, que nos hicieron, a más de uno, llorar y llorar, pero de emoción, de orgullo.

Uno de los eventos que más me gustó fue el organizado por el Colegio Santo Tomás de Villanueva, en el Hospital de niños JM de Los Ríos. Nuestros hijos entregaron el corazón a los niños del Hospital. Entregaron el corazón, la charrasca, el teclado, los pasos de baile, los micrófonos. Los niños fueron parte de la agrupación, y se sintieron importantes y muy tomados en cuenta. 

Yo me siento muy orgullosa de las generaciones de mis hijas. No les ha sido fácil. No han tenido la libertad que yo tuve a su edad, ni la tranquilidad, ni la posibilidad de disfrutar la juventud en actividades que les corresponde, como fiestas, playas, paseos, etc. Por esa razón, el Festival de Gaitas fue también una burbuja para los chicos. Estaban de Fiesta en Fiesta, todos los fines de semana, entre toques y postgaitazos.

A diferencia del Festival de Brenda, en el Festival de Sarah había un gran énfasis por compartir, por unirse, por pasar mucho tiempo juntos. Los chicos podían pasar 2 ó 3 días sin ir a sus casas. Esto de no poderlos buscar en la noche, hizo que se unieran los compromisos y las reuniones. Toque el viernes, en la tarde, postgaitazo viernes en la noche, preparación sábado en la mañana, toques el sábado, postgaitazo sábado en la noche y toques en domingo...

No hablemos de las notas... Bajaron, pero eso hizo descubrir otras facetas espectaculares: los buenos estudiantes, apoyaron a los que se les hacía más difícil las materias. Yo vi en la mesa del comedor de mi casa, como hablaban de química o biología mientras se maquillaban y peinaban las chicas. También tuvimos el bellísimo aporte de Julian , que preparó clases magistrales de Física, Química y Matemáticas para los chicos de Gaitas.

Vimos como la mayoría de los compañeros se hicieron protocolo de una u otra forma, solo para estar juntos y colaborar. 

Al final, Las Gaitas se convirtió en un proyecto de todo 5to año, y del orgullo de todo el colegio.

Gracias, Venezuela, por nuestras tradiciones. Gracias, Colegio Santiago de Leon, por el apoyo. Gracias, mamás comité de gaitas, por hacer de las gaitas un espectáculo como los mejores y muy profesional. Gracias, Promo 2018, por darnos tantos momentos inolvidables. Gracias, hijas, por hacerme siempre la madre más orgullosa!!!

domingo, 10 de septiembre de 2017

Madres que van más allá de la vida...

Hay madres que entregan su alma en vida por los hijos, y hay otras que además entregan la vida por los hijos... Y en el más allá siguen ayudando como madres... Este es el caso de mi abuelita Alegría, mamá de mi mamá.

Yo tengo solo bellos recuerdos de ella. Me encantaba visitarla y hablar con ella. Siempre la vi como una mujer inteligentísima, picara, abnegada a la familia y muy clara en sus ideas, hasta el último día.

Recuerdo una vez que nos sentamos juntas en un velorio, y empezamos a hablar en voz baja. Creo que ha sido el único velorio que lo he pasado muy distraída, por todos los cuentos que me echaba de cada persona que pasaba.

También recuerdo cuando leía las noticias en el periódico y le decía una grosería a algún político... Me impresionaba lo actualizada que estaba en los vocablos.

Los cuentos de mi mamá sobre ella y mi abuelito son para escucharlos una y otra vez. Pero de lo que estoy segura es que mis tíos y mi mamá estudiaron gracias a mi abuelita, que era la que ponía carácter en la casa. Si fuera por mi abuelito, dejaba a todos sus hijos en casa para que no sufrieran con los estudios. 

Inclusive, mi papá siempre le agradeció a mi abuelita porque gracias a ella, él estudió en la Universidad. Este cuento es para otro día. Hoy quiero hablar de mi abuelita como madre.

Toda la vida familiar giraba alrededor de ella. Ella logró que todos tuviéramos una relación directa con ella. Y a todos nos encantaba visitarla. 

Yo recuerdo su casa perfectamente, cada cuarto, cada mueble. Tengo una silla de ella en mi casa, y es mi tesoro preciado.

Mi abuelita sufría del corazón, pero era un tema muy bien controlado con su médico y sus medicamentos, gracias a D-os.

Yo tenía 2 tíos de la misma edad de mi abuelita, esposos de 2 de mis tías. Estos 2 tíos y mi abuelita eran contemporáneos de 1908. Uno de ellos era mi tío Rivera, esposo de mi tía Dolly. 

Mi tío Rivera era muy querido por mi. Era muy amigo de mi papá, jugaban ajedrez casi que todos los domingos, y era una persona que sabía de todo. Cualquier pregunta que tuvieras, él le tenía una respuesta. Y yo recuerdo su bella sonrisa hasta en esos días que no reconocía a casi nadie. No se me olvida un día que fui a visitarlo, ya estando muy enfermo, y mi tía Dolly le dice: ¿Recuerdas a Simita? Y el sonríe: la hija de Dago y Esther. Guaooo. Qué agradable saber que éramos de las pocas personas que aun recordaba.

Para cuando el trío tenía 85 años de edad, mi tío Rivera estaba muy enfermo, y mi tía Dolly estaba entregada a sus cuidados. Ya casi no visitaba a mi abuelita, su mamá. 

A partir de este momento, la historia es con la información, las impresiones y los recuerdos que yo tengo. Siempre puede pasar que otras personas de mi familia tengan alguna información distinta o adicional. Si estás leyendo esta historia y tienes algún dato que agregar o cambiar, por favor, dímelo. 

La noche de un jueves mi abuelita le pidió a mi mamá que la llevara a ver a mi tía Dolly, porque tenía días sin verla. 

Al llegar a casa de mi tía Dolly, ella se dio cuenta lo mal que estaba mi tío Rivera, y lo sufridos que estaban mi tía Dolly y mis primos. Según los doctores, mi tío Rivera ya estaba muy mal y no le quedaba mucho de vida. Esperábamos su ida en cualquier momento. Muchos sabemos lo duro que son esos días, donde un familiar está muy mal y va a fallecer en cualquier momento...

Al irse de casa de mi tía Dolly, mi mamá nos cuenta que mi abuelita le dijo: Voy a tener que irme yo, para llevarme a Enudio (nombre de mi tío Rivera). Mi mamá le responde: Ay, mamá, déjate de tonterías. Ahora es que te falta a ti para morir. 

Increíblemente, al día siguiente, viernes, hubo que llevar a mi abuelita de emergencia a la clínica, con una deficiencia pulmonar... Aparentemente, no se pudo tomar la pastilla que la controlaba, y los pulmones se le llenaron de líquido.

Todos estábamos en la clínica, esperando que los doctores la salvaran. Estuvimos hasta las 2am del sábado, y nos fuimos a la casa, con la idea de que ya mi abuelita estaba fuera de peligro. El Dr. Suckerman, o Súperman, como le decíamos en la casa, nos había dicho que nos fuéramos tranquilos. Había una alta probabilidad que mi abuelita saliera de esto sin problemas. 

Al día siguiente yo volví a la clínica a las 7am para ver a mi abuelita, y a quien me encuentro de primero en el pasillo es al doctor. Le pregunto muy alegre: Doctor, ¿cómo sigue mi abuelita? Y su cara era de sorpresa: ¿No lo sabes aun? Tu abuela falleció en la mañana muy temprano. El grito que yo dí fue tan desconsolador, que recuerdo que todo el mundo alrededor volteó a verme. Era lo que yo menos me esperaba.

Pero lo más increíble de todo fue, que ese mismo día, mi tío Rivera también falleció, alrededor de las 5pm.

Las palabras de mi abuelita se cumplieron: ella tuvo que irse, para llevarse a mi tío. Fue un día muy duro. Dos muertes de personas muy queridas en la familia, sobre todo para mi tía y mis primos. 

Estas historias a mi me quedan muy grabadas. Yo creo fielmente en D-os, y estoy segura que la muerte de cada uno de nosotros está determinada por él. En cada Yom Kipur queda registrado en el libro de la vida si nos toca ese año o no el fin de nuestros días. Pero pareciera que hay personas muy especiales, que pueden negociar con D-os y llegar a algún acuerdo para cambiar ese registro. Yo creo que mi abuelita era un ser súper especial, y esa noche del viernes tuvo una junta con D-os...

viernes, 25 de agosto de 2017

Hace 20 años...

Cuando yo tenía menos de 20 años, era típico decir como algo lejano: "Hace 20 años que no te veo". Cuando cumplí 20 años, me impresionó decir: "Hace 20 años nací". Hoy digo: "Hace 20 años tuve a mi primera hija. Desde hace 20 años disfruto la mayor de las dichas: Ser madre". 

En mi vida tengo menos tiempo siendo madre que no siéndolo, pero no imagino la vida no siendo madre. Es el mejor regalo que me ha dado la vida, y me lo dio DOBLE. Lo máximo.

Siempre tuve claro que yo iba a ser madre. Si por alguna razón, D-os no me permitía concebir a mis propios hijos, yo estaba segura que adoptaría. Si tampoco conseguía casarme dentro de la edad productiva para tener hijos, estaba segura que haría lo que vi en una novela brasilera de los 90: Producción independiente. Pero D-os me concedió ambas   fortunas: Me casé y tuve a mis hijas de la manera convencional y más deseada.

Brendita fue muy deseada. Apenas dejamos de cuidarnos, quedé embarazada, gracias a D-os. Supuestamente, hicimos los intentos de que sea un varoncito. Se iba a llamar Gabriel.

Soñé que tenía un hijo varón mayor y una hembrita menor. El varón tenía el cabello ondulado. En esto no me equivoqué. Me hacían todas las supuestas pruebas, la de la cadena, la del lápiz, y todas decían que era varón. Los que, supuestamente, sabían de barrigas, decían que era una barriga de varón.

El doctor que me asistió en el embarazo confiaba más en mi "instinto" que en los exámenes. Cada mes me preguntaba qué pensaba yo que era mi bebé. Y yo respondía con toda la seguridad del mundo: Niño. La primera vez que me lo preguntó, aun muy al principio del embarazo, el doctor dijo: 80% niño por tu instinto, 20% niña por mis exámenes. En la medida que pasaban los meses, el porcentaje de niña iba subiendo, y el de niño iba disminuyendo. Fue en el séptimo mes que me dijo: "Ya no hay forma de sostener la idea de que tu bebé sea varón. Es 100% niña". Néstor y yo nos quedamos sorprendidos. Pero yo igual estaba feliz con la idea de tener una bebita. Al día siguiente le compré su primer vestidito. Hasta esa fecha solo le habíamos comprado ropa unisex y un trajecito de varón.

Los adornos del cuarto, la cuna, las sábanas fueron compradas unisex: blanco y azul muy claro. El azul nos gusta al papá y a mi, es uno de mis colores preferidos. El toque femenino lo hice en el color de las paredes: la parte inferior azul, y la superior rosado. Obviamente, la parte azul era más grande que la rosada. No me gusta el color rosado... Y creo que Brenda heredó este gusto.

Hasta el día antes de nacer Brenda, yo tenía claro lo siguiente:
- Si la bebé lloraba "sin razón", pues la iba a dejar llorando, porque seguro me estaba manipulando.
- La bebé iba a una guardería, y yo a trabajar. Yo amaba mi trabajo, y no me veía de ama de casa jamás.

Al día siguiente de haber nacido mi Brendita, mis ideas eran las siguientes:
- Un bebé no puede manipular tan chiquito. Seguro necesita algo, así sea un abrazo. Nunca la dejé llorando. No me arrepiento de haber cambiado la idea. 
- Para ese momento le descubrí un defecto al papá de mis hijas, que no me había percatado antes: No era millonario y no me podía mantener. Yo deseaba quedarme con mi hija todo el tiempo. El trabajo bajó a última prioridad. Por eso, cuando nació Sarita, busqué la forma de estar con ellas en esos primeros años. Tampoco me arrepiento de esta decisión. Brenda sí tuvo que ir a Guardería todo el día, pasaba más tiempo en mi trabajo que en la casa. Pero a sus 2 años de edad, estuve con ella y con Sarah gran parte del día, gracias a D-os y gracias a Néstor, por supuesto.

En fin, hace 20 años comenzó esta aventura. No hay manuales para ser madre. Por eso toca ir creciendo junto a los hijos. Seguro nos equivocamos muchas veces, pero siempre actuamos con la mejor de las intenciones, y buscando que en el futuro sean personas de bien, integradas activa y positivamente a la sociedad, nada fácil, tampoco, de llevar.

Sé que siempre digo lo mismo, pero es que cada vez lo siento más, cada año que pasa lo confirmo: Hija bella, me siento muy orgullosa de cómo eres, de todo lo que has logrado, de la persona en la que te estás convirtiendo. Adoro verte, escucharte, saber de ti. Eres, junto a tu hermana, mi mejor película, mi mejor obra de teatro, mi mejor libro. 

Te amo con locura y deseo que tengas una vida larga, llena de alegrías, de amor, de amigos, de salud, de prosperidad, de aventuras deliciosas, y que yo las disfrute también, lo más posible. Ustedes son mi alegría.

¡Te amo infinito!