Hoy mi mamá habría cumplido 85 años. Y me propongo a celebrarlo con alegría y recordándola con amor y humor, como estoy segura, a ella le habría gustado.
Este blog lo estoy escribiendo sobre uno que había empezado a escribir, cuando aun no dejaba de llorarla. Uff que triste escrito. Menos mal que nunca lo publiqué.
Quienes conocieron a mi mamá saben que ella era una mujer llena de sonrisas y de buen humor. A veces un poco brava jajajaja... También lo saben los que la conocieron.
Me viene a la mente un reconocimiento que le hicieron en Hebraica, donde trabajó sus últimos 25 años, creo, de cuando estaba en Cobranza. En la época del paro petrolero, mi mamá fue la única que se quedó trabajando porque lograba cobrar las cuotas a todos los socios. Su persistencia era admirable para el club y fastidiosa para los socios jajaja.
El reconocimiento fue que un supuesto socio deudor, huyendo de mi mamá, se metió en la piscina, y mi mamá, con todo y ropa, bien peinada, se fue tras el socio en la piscina. Así era mi mamá, contra viento y marea, lograba lo que se proponía.
Otro ejemplo que me viene de mi mamá, como muestra de cómo resolvía todo lo que se le presentaba, y quiero decir TODO, fue una vez que a mi mamá la chocó un taxista y se dio a la fuga, pero mi mamá tuvo la rapidez de anotar la placa. En esa época mi tía trabajaba en el Ministerio de Transporte, y, a través de mi tía, mi mamá pudo conseguir a quién pertenecía la placa y la dirección (en esos momentos ni hablar de ley de protección de datos). Mi mamá se acercó a esta dirección. Tocó el timbre y le abrió la puerta una señora con un niño pequeño que se asomaba entre sus piernas con curiosidad. Mi mamá empezó a preguntarle si ahí vivía el Sr. Tal (el taxista). La señora respondía que no y el niño que sí. Mi mamá no sabía si reírse o molestarse más. Mi mamá le preguntó si el señor tenía un taxi de tal color. Y otra vez la señora decía que no y el niño asentía con la cabeza. Ahí mi mamá no pudo evitar reírse, y la señora empujó al niño de un golpe para adentro de la casa. Al final del cuento, mi mamá logró que el taxista reconociera el choque.
Este sueño me dio mucha tranquilidad porque yo necesitaba saber que mi mamá ya había aceptado su ida de esta dimensión. Yo me imaginaba a mi mamá como en esas películas donde el personaje fallece y despierta en una habitación blanca y no sabe si está vivo o muerto. Yo me imaginaba a mi mamá triste y perdida, porque no quería irse.
Otro recuerdo de mi mamá, estando con nosotras en Madrid, era su "Independencia". Una de las cosas por las que mi mamá no quería quedarse en Madrid definitivamente, era porque en Caracas ella tenía su carro, su independencia. En cambio acá dependía 100% de nosotras. Pero ella ya había descubierto que podía ir sola al automercado que estaba abajo del edificio, y una vez que decidió hacernos un arroz con pollo, nos dice: "Ya vengo. Voy a comprar los pimientos para el arroz con pollo". Sube, comenzó con la cocina, y al rato dice: "Ya vengo. Voy a comprar otra cosa". Y así como 3 veces. Yo creo que dejaba de comprar algo para poder bajar de nuevo. Se le veía en la cara las satisfacción de sentirse independiente.
En fin, recuerdos alegres y cómicos hay miles. Mis hijas se la pasaban riéndose de ella y con ella.
¡Mamá, feliz cumple! Te extrañamos mucho y a diario, pero tú nos enseñaste a vivir bien y acá vamos. ¡Te amo hasta el infinito, te amo, te amo, te amo...!